Como violé a mi novia y a su amiga.P3 desenlace 1

domingo, 8 de agosto de 2010

EXPERIENCIA ASOMBROSA EN GRANADA (parte 3ª)


Sin pensarlo me quité la camiseta y limpié la mancha con ella. Corrí hasta la cocina y la tiré en el cesto de la ropa sucia, abroché mi pantalón, me lavé las manos e intenté continuar preparando la comida como si nada hubiera pasado.


Cuando ya tenía terminada la base del rissoto, antes de verter el arroz en la cazuela de barro, saqué de mi bolsillo el ingrediente secreto, seis rosadas pastillas de "mosca española", mientras separaba la cápsula del blanco contenido de la última píldora, Ana entró en la cocina con mirada sorprendida, mi sangre se heló por unos instantes, pensando que me había cazado, pero recupere mi flujo sanguíneo normal al comprobar que la extrañeza de la morena provenía de ver mi torso desnudo.

-"¿Así se cocina mejor?"- Me preguntó.

-"No, no"- reí yo -"Es solo que me he manchado la camiseta con………aceite.

-"Y ¿no has traído más ropa?"- me inquirió con fingida indignación.

-"Si, pero no quería que se estropeara el arroz, ¿me harías el favor de traerme una camisa limpia?, mi maleta es la roja que está en la puerta del armario al final del pasillo."-

Anita, obediente, fue en su busca, abrió mi maleta y se entretuvo espiando mi ropa.

-"¿No encuentras ninguna?"- Pregunté maliciosamente, ella aturdida se giró para comprobar que yo no podía verla. –"Si, si, ya tengo una."- Acertó a responder.


En esos momentos Sandra entró en la cocina cargada de bolsas, me miró y sonrió –"Eres un fantasma, te has quitado la camiseta para impresionar a la pobre Anita.- y me pellizcó el abdomen.


Preparé una jarra de sangría que cargué con más alcohol de lo habitual, y fingí una avería en el aparato del aire acondicionado desconectando un cable. Mientras las dos amigas charlaban tranquilamente.


Ana, al salir de la onanística ducha, se había colocado un pijama de dos piezas, una camiseta rosa y un pantaloncito blanco que acababa en sus bonitas rodillas. Sandra, sin embargo, continuaba vistiendo sus vaqueros y una camiseta de tirantes marrón. Las dos chicas se atropellaban intentando liderar las conversaciones y reían con fuerza.


-"El rissoto está listo."- interrumpí –"¿Podéis ayudarme poniendo la mesa?"- Se ofrecieron diligentes y en diez minutos estábamos comiendo y apurando la primera jarra de sangría.


Me levanté de la mesa para reponer el alcohólico líquido y Sandra me comento:

-"El arroz está bueno, pero sabe algo diferente."

-"No lo sabes tú bien"- Pensé, mientras Ana exclamó –"Esta muy bueno, ¿podría servirme otro plato?"

-"Adelante, por favor." Respondí.


Me puse nervioso, pensé que igual era poca cantidad de afrodisíaco la que llevaba el rissoto, así que mientras ponía azúcar en la sangría abrí tres píldoras más y las junté con los hielos y los trozos de frutas.


El efecto de la ausencia de aire acondicionado no se hizo esperar, como era normal en Granada a esas alturas del verano. Anita se remangaba la sudada camiseta haciéndose un nudo en la cintura, dejando al aire su apetitoso ombligo. Sandra al verlo se fue a su habitación y al rato regreso llevando solamente un corto camisón de raso negro y, como veríamos más tarde, un diminuto tanga del mismo color.

-"No os importa, ¿verdad?- Preguntó con indiferencia, al –"No, en absoluto"- se unió una mirada fija de Anita, en el liberado busto de mi novia, acompañado de cierto rubor en sus mejillas que, en condiciones normales, me hubiera pasado desapercibido, pero no en estos momentos.


Fruto de la excitación, mi polla se llenó de sangre y forzaba por salir de la prisión de mis pantalones. –"Yo voy a imitarte, si tampoco os importa"- pregunté. –"Mientras no te pongas ningún camisón mío"- Bromeó Sandra riendo, pero Ana no la acompañó en las risas en esta ocasión, estaba como aturdida y se sirvió otro baso de refrescante sangría.


Saqué de mi maleta un pantalón corto de deporte, azul marino de Adidas y una camiseta a juego, me metí en baño, rápidamente me deshice del pantalón y del bóxer, pero antes de colocarme la nueva prenda intenté aliviarme, quería estar en condiciones para lo que estaba preparando. Ante las prisas quería recurrir a una fantasía típica para acelerar el fin de mi masturbación, pero ante las fuertes carcajadas que me servían de música de fondo, provenientes de la cocina, terminé imaginando lo que en breves instantes debía ocurrir.


Me limpié a conciencia, usando el lavabo con agua tibia, me vestí el deportivo atuendo y entré en el comedor para comprobar que habían terminado con la bebida. Sin que se fijaran en mi, volví al baño para buscar otras tres pastillas de "mosca española" e hice otra jarra de sangría que, mis bellas acompañantes, recibieron entre aplausos.


Recogí los platos, mientras las chicas reían y bebían, saqué dos dados y los tiré encima de la mesa. –"BIEN"- Gritaron al unísono – "¿Jugamos un kinito?"- Preguntó Sandra, siempre la más lanzada. Cada uno realizaría una tirada, la puntuación mayor exigía una prueba a la menor. Comenzó tirando mi novia y sumó nueve, en mi tirada solo logré cuatro, paro quien perdió fue Anita al sacar solo un dos. La cabrona de la rubia le pidió a Ana que me diera un abrazo, nos levantamos y en un principio con cierta timidez nos fundimos en un abrazo que fue aumentando en intensidad, yo olía su cuello y apretaba su cintura contra mi (más que evidente) erección, apenas disimulada en un pantalón deportivo, mientras ella frotaba mi pecho contra el suyo y me acariciaba las marcas de las abdominales. Ninguno quería poner fin a aquello, así que Sandra llena de envidia, comenzó otra ronda de tiradas. Esta vez ganó Ana y pidió: -"Que Iñigo me vuelva a abrazar."- Nos reímos todos con ganas, Anita siempre había sido muy tímida, pero por efecto de una mezcla, se estaba soltando a base de bien.


Las rondas se iban sucediendo y nosotros nos íbamos calentando más y más. Decidí subir el nivel en la primera ronda que ganara y así lo hice.


-"Que Anita, con los ojos vendados, le de un beso a Sandra."- Mi novia saltó de golpe dirigiéndose a su habitación y volvió corriendo con un pañuelo de seda blanco en sus manos. Riendo intentó colocárselo a su amiga, pero el narcótico efecto que la envolvía se lo impedía, así que la ayude, me coloqué detrás de Ana, le pasé el pañuelo por la cabeza y le hice un nudo con toda la delicadeza que pude.


Sandra continuaba colocada enfrente de la invidente Anita, y entre nerviosas risas no atinaba ajuntar sus labios con los de su amiga, así que sostuvo la carita de Ana con sus manos y lentamente aproximó la suya hasta que ambas bocas se rozaron, al continuar pegado a la espalda de la morenaza, noté el respingo que su cuerpo provocó ante el sensual contacto. Y también percibí como, acto seguido, se relajó y se entregó al beso. Ambas bocas se abrieron y las lenguas chocaron, se exploraron suavemente, sin prisas, y con las manos, mi novia acariciaba las mejillas de Anita, quien parecía casi inmóvil, decidí rozar la nuca de mi amiga con el envés de mi mano, para continuar sopesando el contorno de su espalda, bajé hasta su cintura, las adelante para jugar con su delicioso vientre y atento a las reacciones de su cuerpo, las subí poco a poco por debajo de su arremangada camiseta hasta hollar las cumbres de sus generoso pechos.


Tenía miedo de que ante este descaro Anita reaccionara apartándose del incipiente juego. Mi grata sorpresa fue ver que la morena imitó mi escalada en las tetas de mi novia, quien llevaba unos minutos extasiada en el húmedo beso, mi rubia me sorprendió deslizando su mano derecha por entre el short y las braguitas de su amiga, dibujando con la yema de su dedo índice, imaginarios círculos de excitación, interrumpió el beso para exclamar:-"Alguien esta muy cachonda."- Y acto seguido se lamió el mismo indicativo dígito, lamiéndolo con pasión y dejando restos de fluido en sus labios para devolvérselos a su amiga con otro sexual beso. Yo aproveché el aturdimiento de Anita para subirle los brazos y despojarla de la camiseta, al desabrocharle el sujetador, Sandra, cruelmente, abandono sus labios para besar sus preciosos pechos. Yo que continuaba pegado a su espalda, le gire la carita, hasta que la barbilla tocó su hombro y la planté un lascivo beso que rápidamente me respondió.


Las tomé a las dos de la mano y sin decir nada las llevé a la habitación, las dos estaban tan impacientes como excitadas pero no se atrevían a dar ningún paso. Así que las enfrenté de nuevo para que continuaran besándose.


Esta vez me situé detrás de la rubia, besé su cuello magreando sus tetas por encima del negro raso, me arrodillé hasta que mi cara quedó a la altura de su precioso culito, levanté un poquito la falda de su camisón y metí mi nariz entre sus muslos, aspirando con fuerza, agarré los laterales de su tanga y lo comencé a deslizar hasta sus tobillos, igual que la noche anterior, la intima prenda estaba llena del denso flujo de la excitación, abracé su cintura y me incorporé, las fui llevando hasta el colchón, tumbé primero a Sandra y encima de ella a Anita, quien supongo que por vergüenza, continuaba con la blanca seda tapando sus ojos, mientras se besaban despojé a mi amiga de su pantalón y sus braguitas, también me fijé en ellas y también comprobé lo abundante de su fluido. –"Joder con las pastillas, que efecto producen."- Pensé, para acto seguido, abrir un poco más las piernas de mi morenaza quien frotaba con ansia su coño contra el muslo de Sandra, y comencé a besar su culito buscando su olorosa cueva. Ana se apoyó en sus rodillas ofreciendo un maravilloso acceso a su velloso mundo, aparté la pierna de mi novia y me situé boca arriba, debajo del glorioso puente formado por las piernas de Anita. Aproximé, todavía más, sus labios vaginales a mi boca y le regale un tipo de beso que todavía no había recibido. Fruto de una coreografía, que por lo perfecta, nadie imaginaría improvisada, la rubia se colocó detrás de su amiga, en una posición ideal para cabalgarme, pero en esos momentos, mi novia prefería jugar con las tetazas de anita besando su nuca y espalda.


Anita estaba extasiada, mi boca se llenaba de su esencia y sus caderas trazaban ligeros movimientos que guiaban con certeza a mi lengua en el asedio de su clítoris. Ana comenzó a moverse espasmódicamente, aviso claro de su más que inminente orgasmo, así que aproveche su flujo para lubricar mi dedo índice e introducírselo, con timidez, el pobre encontró una fuerte resistencia inicial, que venció para explorar las sensibles paredes del túnel. Comprobando las reacciones de este gesto en la carita de Anita, usé el pulgar para, a través de su coñito buscar a su hermano, realizando un sueva pinzamiento, los espasmos aumentaron en fuerza hasta que por su cuevita expulsó un oloroso líquido que estalló en mi cara.


Salí de esa postura intentando limpiarme los ojos y vi a mi novia regalando suaves besos por la carita sonrojada y culpable de Ana. Decidí acercarme a la cocina para reforzarlas con la manipulada sangría y continuar con lo que teníamos entre manos………………………..continuará.

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