Obligado a ver como violan a mi madre 2

domingo, 8 de agosto de 2010

Ella estaba desnuda. Se mantenía boca abajo, en la alfombra. El jefe la cogió por los pelos y la obligó a ponerse en pie.

– Estas muy sucia, zorra. Tendrás que arreglarte un poco. Vamos a salir.-

La fue empujando delante suya hasta el baño. Una vez allí, abrió el grifo de la ducha y sin muchos miramientos la empujó dentro y la obligó a ducharse. Despacio. Frente a él. Ella intentaba enjabonar con fuerza su cuerpo, quería arrancar los restos de esos hombres, pero no se lo permitían. Cuando ya se había enjabonado y aclarado completamente, él entró también en la ducha, obligándote a enjabonarlo totalmente.

Mientras tanto, yo seguía atado a la silla. El jefe se entretuvo un poco con mi madre en el baño. Una vez se hubieron secado ambos, el la hizo peinarse el pelo hacia atrás, bien engominado, y pintarse los labios. Luego, los vi pasar, desnudos, camino a su habitación, donde yo pensaba que seguiría su tormento. Pero no, solo iba a vestirse.

Los otros ladrones, aprovechando el momento de calma, también aprovecharon para darse una ducha. Y cuando estuvieron listos, me soltaron de la silla, y me obligaron a arreglarme a mi también Yo tenía el pelo revuelto y sucio por algo de sangre, así como también la sangre me había salpicado cara y camisa. La verdad que tenía un aspecto horrible. Pero no me dejaron ducharme. Tan solo lavarme la cara, mojarme el pelo y cambiarme de camisa.

Al rato apareció mi madre con el otro tipo. Por lo visto el le había elegido la ropa. Llevaba una falda sobre la rodilla, en un color burdeos, con americana a juego y una blusa blanca, que tenía algún tiempo y le quedaba bastante entallada, adivinándose bajo ella unos pechos libres de sujetador.

– Bien, haremos lo siguiente.- Dijo el jefe. - Ahora vamos a dar una vuelta. Tú conducirás. - Dijo señalándome, - Y tu madre viajará atrás conmigo y uno de estos. El otro irá a tu lado, apuntándote. Vamos a recorrer una serie de cajeros. -

Salimos fuera, tal y como nos ordenaban. Yo iba conduciendo mientras uno de esos tipos me apuntaba con una pistola. Y atrás, sentada entre esos dos sinvergüenzas, mi madre. Iba conduciendo con prudencia, pues me habían advertido que una falsa maniobra, sería la muerte de ella, la mía o la de ambos. Nos movíamos en el coche de mi padre, un Mercedes S500, un vehículo muy amplio, y con las lunas traseras oscurecidas.

Recorrimos 5 cajeros de la ciudad, hasta agotar el disponible diario de las tarjetas. En total, unos 18.000 euros. En todos los cajeros, se utilizó el mismo proceder. Yo me quedaba en el coche con dos de los asaltantes, mientras mi madre se bajaba con otro de ellos. Si ella hacía alguna tontería, me mataban, y si era yo quien la hacía, pues la matarían a ella.

Cuando volvían del último cajero, el tipo le dijo a mi madre que se quitara la americana antes de entrar al coche. Ella obedeció. Cual fue mi sorpresa, cuando, una vez todos dentro del coche, entre los dos de atrás le esposaron las manos a la espalda.

– Ahora, vamos a dar un paseo – dijo el jefe – tu, coge la circunvalación y ya te iremos indicando.

Tomamos rumbo a las afueras de la ciudad. Por el espejo podía ver perfectamente a mi madre sentada entre ambos. Al ir esposada, su pecho se echaba hacia adelante, marcando sus pechos en su ya ajustada blusa. Pude ver como el jefe, comenzaba a tocárselos sobre la blusa, para, a continuación, abrir un par de botones a la altura del pecho, y seguir bajo la blusa.

El otro se animó también. Lentamente le subió la falda, y apartó su braga hacia un lado, comenzando a acariciar despacio su coñito. Primero lo acariciaba suave, de arriba a abajo, poco a poco fue separando sus labios, y acercándose más a su clítoris, a la vez que el jefe cada momento sobaba con más fuerza sus pechos.

El motor del coche, así como el ruido de rodadura no permitían escuchar mucho, pero si me pareció reconocer un gemido de placer proveniente de su boca. Algo que comprobé al mirar de nuevo por el retrovisor y ver sus pezones totalmente erectos marcándose en la blusa.

Después de un buen rato circulando, me desviaron de la carretera general. Tuve que tomar un camino que se internaba en el campo. Circulamos por el durante un buen rato, hasta llegar a una antigua nave semi abandonada.

Vi como volvía a abrochar los botones de la blusa de mi madre y recolocaban su falda y su braguita. Los tres salieron del coche, y nos sacaron a nosotros dos. Sin mediar palabra, me cogieron entre dos, esposando también mis manos a la espalda y amordazando mi boca con cinta.

Nos metieron dentro de la nave. Era un lugar amplio, pues no tenía habitaciones, toda ella era un enorme hueco. Yo fui sentado en una silla, mientras los dos esbirros sujetaban a mi madre. De pronto, una silueta enorme irrumpió en la habitación, y se dirigió al jefe.

– dime. Que me has traído hoy-

– te gustará. Una mami con su hijo. Es una putita adinerada, malfollada y algo arrogante. Al chaval se le domina bien.-

el tipo nos miró de arriba a abajo a ambos. Despacio. Observando cada detalle. La verdad que me daba miedo. Debía de medir cerca del 1,90. con unas espaldas enormes, y una prominente tripa. Iba completamente vestido de negro, ocultando también su rostro bajo una máscara negra.

– Imagino que sabes como va esto.- Dijo mirando a mi madre. - Tu obedeces y al chico no le pasa nada. Sino.. ya lo verás-

me esposaron a la silla. Como unas horas atrás en casa, y los dos esbirros a mi lado. Uno con la navaja y otro con una pistola. Me obligaban a mirar. Y a mi la rabia me consumía, pues si hacia algo, la golpearían a ella.

El tipo enorme daba vueltas alrededor de mi madre. Había pedido que le quitaran las esposas. Y ahora ella estaba de pie, frente a él, con las manos en la nuca, y sus pezones aun erectos macándose en su blusa, mientras el la devoraba con la mirada.

– quitate la falda – dijo. Ella, tras un momento de duda, obedeció. - me gusta lo que veo, vieja. Además, nunca había estado con madre e hijo. Va a ser divertido.

– dejadnos solos- gritó. Acto seguido, los tres asaltantes salieron del lugar, quedándonos mi madre y yo solos con ese animal.

Ella seguía con la blusa puesta. El se situó a su espalda, y cogiéndola por el cuello la puso frente a mi, a apenas un metro de la silla donde yo estaba sentado, mientras una mano seguía en su cuello, la otra comenzó a acariciarla sobre la blusa. Era una mano enorme. Podía ver como recorría sus pechos. Saltaba de uno a otro, recorriendo su copa, sus pezones, acariciándolos y percibiéndolos.

– ¿Te gusta chico? - dijo mirándome a los ojos. - ¿Quieres ver que mami más puta tienes? -

Yo negué con la cabeza. Y él, intensificando su fuerza, comenzó a ahogar levemente a mi madre, mientras le pellizcaba salvajemente un pezón.

– ¿Y ahora? ¿No te gusta más ahora?

Volví a negar con la cabeza. Y el respondió ahogándola con más fuerza y dando dos salvajes tirones de su pezón derecho que la hicieron gritar de dolor.

– No grites, puta- dijo a la vez que le daba un sonoro bofetón en la cara que la hizo caer de rodillas. - ¿Y tu que? - preguntó. - ¿Sigues sin querer saber lo puta que es tu madre?

Asentí con la cabeza. Si de todas formas iban a abusar de ella, mejor no someterla a dolores innecesarios.

El tipo la mantuvo de rodillas. Ella estaba frente a mi. A menos de medio metro, cuando le ordenó abrirse la blusa, para luego, ponerla de perfil, sacarse su polla, y meterla en su boca. Estaba obligando a mi madre a hacerle una felación a menos de un metro de mi cara.

Ella no estaba cómoda. Mientras en casa eran ellos quienes follaban su boca, aquí no.. aquí el quería que ella se la chupara. Mi madre no sabía que hacer. Pasaba torpemente la lengua por su polla, mientras intentaba masturbarle con la mano derecha. Se notaba que no estaba acostumbrada a hacerlo. De pronto, una sonora bofetada la hizo parar.

– A ver. Zorra, ni chupar sabes – vociferó.- Así que te voy a enseñar, putita. Quitale los pantalones y los calzones– dijo señalándome

Ella al principio se negó. Pero tras ver como semejante animal golpeaba por dos veces mi cara, lo hizo. Allí me quede yo, semi desnudo ante ella, ante el. Y con el dolor de lo que había visto hasta ahora, y con el temor de lo que iba a suceder. Temores que pronto se confirmaron.

El tipo saco su pistola y la puso en mi cabeza. Diciéndole que tenía 5 minutos Y sin manos. Si no conseguía hacer que me corriese en 5 minutos... dispararía.

Ella, con la cara desencajada, se puso ante mi, de rodillas, y con las manos de nuevo esposadas a la espalda. Ni siquiera pudo mirarme a la cara. Y yo a ella tampoco. Pero tenía que correrme, así que trate de olvidarme de todo, cerré los ojos, e intenté disfrutar, excitarme, necesitaba correrme.

De pronto sentí su lengua en mi glande. Lo acariciaba suavemente, en círculos, y mi polla empezó a responder. Baje la vista, y la vi, pasando su lengua por mi polla, con la blusa abierta, sus pechos al aire, sus muñecas esposadas a la espalda.. y mi polla alcanzó todo su esplendor.

Ella comenzó a meterla en su boca. La acariciaba con los labios, y dejándola dentro de la boca, movía su lengua alrededor suyo, para luego, lamer toda mi polla y llegar hasta mis huevos, lamiéndolos... metiendolos en su boca... Por lo visto, la necesidad hace que la gente haga imposibles... y ella iba a conseguir correrme.

Y vaya si lo consiguió. Cuando me di cuenta estaba jadeando como un perro, y mi leche comenzó a salir con un chorro fuerte. Ella se llevo el primer envite en la boca, y el resto, cayó sobre ella como una lluvia blanca, manchando su cara, pelo y pechos.

– Bueno, bueno.. la zorra vieja sabe chupar – Dijo el tipo gordo, complacido después del espectáculo que le había brindado. - Pero estás un poco sucia ahora -

Sin decir nada más, se acercó a ella, y cogiéndola con violencia del pelo la arrastró hasta una esquina, donde el suelo estaba enrejado, y la puso en pie. Luego, cogió una gran manguera, similar a las que usan los bomberos, y sin contemplaciones abrió el agua y la golpeó con el chorro, empujándola contra la pared.

Por la fuerza del agua, ella se puso de espaldas, cara a la pared, y así estuvo un rato mojandola. Era un chorro grueso y fuerte, por lo que imagino le haría daño. Luego le gritó que se girase. Ella en principio no obedeció, pero cuando amenazó con pegarme un tiro, lo hizo, comenzando entonces a lanzar el agua contra sus pechos, su coño, su cara.

Una vez se cansó, cerró la manguera, se acercó a ella, y sin miramientos la cogió de su pezón derecho y la hizo caminar hacia mi. Cerca de mi, para que pudiera escuchar lo que él le decía. Aun llevaba la blusa puesta. Empapada. Pegada a su cuerpo, y marcando los pezones erectos por el agua fría. Su coñito, un poco peludo, goteaba el agua. Estaba muy bella pese a sus años. Con el reciente recuerdo de la mamada que acababa de hacer en la memoria, estaba excitado viéndola así. Pasé de sentir miedo, a sentir morbo de verla utilizada. De verla en manos de otro hombre.

Seguía esposada. El tipo metió una mano entre sus piernas, y comenzó a acariciarle el coño. Inconscientemente ella abrió un poquito sus piernas.. y note sus pezones crecer aun más bajo su blusa. “que puta.. se esta excitando”, pensé. Desde la silla donde estaba, podía ver la mano del tipo recorriendo su coñito, primero de adelante hacia atrás, separando cada vez un poco más sus labios en cada pasada, hasta empezar a rozar su clítoris. Podía escuchar sus gemidos. No eran muy fuertes, pero si audibles. Era evidente que disfrutaba, la muy puta. Y comenzaba a mojarse.

Cuando el tipo lo creo conveniente, volvió a arrodillarla otra vez a mi lado, y se sacó la polla, indicándole que chupara. Como me lo había hecho a mi. - Chupa zorra, como si fuera la polla de tu hijo – textualmente. Ella comenzó con ganas. El, le soltó las esposas, dejando sus manos libres, y le quitó la blusa. Ella acariciaba su polla con deseo. Una mano masturbaba su tronco, mientras su boca chupaba y chupaba golosamente el glande, lo lamia con deseo, con ganas, con pasión. Lamia toda su polla, sus huevos... estaba totalmente fuera de si.

Estuvo chupando como unos 8 minutos. Yo estaba excitado viéndolo. Ella estaba a menos de un metro de mi, por lo que podía verlo todo con pelos y señales.. y también escucharlo. Gemía de placer.

Cuando el tipo se cansó, la asió por el brazo, y la tumbó boca arriba sobre una mesa que allí había. Prácticamente se tumbo sobre ella, y comenzó a penetrarla. Ella apenas puso resistencia. Al contrario, creo que estaba disfrutando con la situación. Abrió la piernas y recibió con gusto esa polla en su coño. Podía verla de perfil desde mi silla. Se movía al compás de los envites, incluso a veces, el se quedaba quieto y era ella quien se movía. Estaba disfrutando como una guarra.

La veía gozar. Lo veía en sus ojos, en sus gestos... en sus gemidos. Cada vez más frecuentes, profundos e intensos. En sus movimientos. El quieto. Ella empujando sus caderas hacia su polla. El se paraba y ella lo follaba. La vi como una puta. Ella disfrutando. Mi padre a mil kilómetros y yo atado a una silla.

Sin previo aviso la cogió del pelo y la hizo incorporase para luego tumbarla boca abajo. No opuso resistencia. La veía a mi lado. Boca abajo,desnuda, sobre una mesa. con un tío enorme a su lado. Separo sus piernas, dejando franco su culo. Como el otro jefe hacia unas horas. Lo acaricio brevemente con sus dedos. Lo rozaba de arriba abajo, y después comenzó a penetrarlo con un dedo.

– vas a gozar, puta- dijo. Y sin decir nada mas, acerco su polla la su culo y comenzó a follárselo. Como si fuera una marioneta. Ella, boca abajo, gozaba. Podía oír claramente sus gemidos de placer al ser penetrada por es tío. Al compás de su empuje, así eran los gemidos. Cuanto mas salvaje era el, mas disfrutabaella, hasta que pasados unos minutos, el ttío ddespuésde provocarla salvajemente, se corrió dentro de su culo, entre grandes gemidos de placer, por parte de ambos

Una vez se hubo corrido, la hizo ponerse en pie, frente a mi. -¿ ves que madre mas puta tienes?- pregunto.

Le tiro su ropa al suelo, frente a ella. Estaba desnuda. Le hizo vestirse con sus ropas. Despacio, frente a el. Primero, le hizo ponerse las bragas. Luego, la blusa, aun mojada, ajustada, que según estaba no solo marcaba sus pezones erectos, sino que los transparentaba, luego su falda.. y por ultimo, los zapatos, sin las medias. Se masturbaba viéndola. Casi estaba mas cachondo así que follando su culo.

Se levanto, y cogiendo las esposas del suelo se acerco a ella. Volvió a esposarle las manos a la espalda. Entonces, fue hasta la puerta, y llamo de nuevo a los tres esbirros. Estos, con el “jefe” a la cabeza, entraron en la sala. - Llevadla a casa- dijo.

Se acercaron a mi, y soltaron las ataduras que me sujetaban a la silla. Podía ver la cara de vicio del tipo aquel que nos llevo ese sitio mientras la miraba. Era puro deseo.

Me indicaron volver a ponerme a los mandos del coche, mientras otro tío, pistola en mano, era mi copiloto. El jefe y el otro iban atrás. Uno a cada lado, y mi madre en medio, como a la ida.

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