Pareja secuestrada y violada por una banda

domingo, 8 de agosto de 2010

Pareja secuestrada y violada por una banda.


Susana y Adolfo habían bebido esa noche; estaban celebrando su tercer aniversario de bodas, cenaron y bailaron hasta las 2:00 a.m., hora en que salieron del lujoso restaurante rumbo a su casa. Él, 27 años, de smoking y ella, 24 años, con un minivestido rojo entallado de excelente calidad que permitía ver la silueta de su cuerpo perfecto; ambos juniors con dinero de sobra.


El valet parking les entregó el BMW y se encaminaron a su casa, tomaron una vía rápida; casi no había tránsito a esa hora, por lo que Adolfo iba a más de 130 km por hora en el carril de alta velocidad. De repente, vio que delante de él avanzaba una camioneta a baja velocidad; por lo que hizo el cambio de luces para que se hiciera a un lado, la camioneta no hizo caso, por lo que Adolfo bajó la velocidad, pero siguió lanzando los cambios de luces para que le dejaran pasar; como la camioneta no hizo caso, Adolfo la rebasó a por la derecha y al pasar junto a ella tocó la bocina 5 veces, en una conocida mentada de madre; para después acelerar a fondo, el lujoso auto dejó atrás a la camioneta.


Un poco más adelante, Adolfo salió de la vía rápida y avanzó por la lateral de la misma, tuvo que detenerse ante la señal roja de un semáforo; no lo pasó porque cruzaba una avenida grande y en ese momento pasaban varios trailers a toda velocidad. Susana se había quedado dormida en el asiento del copiloto.


Al estar esperando la señal verde, Adolfo se percató que otro vehículo se acercaba a toda velocidad y que le hacía el cambio de luces. Lógicamente el no avanzaba pues seguían pasando trailers en la avenida.


El vehículo se acercaba peligrosamente, por lo que Adolfo, aún en su borrachera sintió miedo de ser embestido, pero aún así no podía moverse.


A unos segundos de chocar con el BMW de Adolfo, la camioneta se desvió al carril de la derecha y con un tremendo derrapón, se frenó junto al auto de Adolfo, despertando a Susana. Ambos voltearon a ver al conductor del vehículo en cuestión y se llevaron una gran sorpresa: era la misma camioneta que segundos antes habían rebasado; dentro de la misma iban seis tipos malencarados, cuya mirada hizo que la pareja se estremeciera; era evidente que estaban drogados. Adolfo arrancó con un chirrido de llantas; imaginó que la camioneta no sería rival para su potente auto último modelo.


Grande fue la sorpresa de la pareja cuando vieron que la camioneta iba detrás de ellos a la misma velocidad; Adolfo aceleró a fondo, pero la camioneta estaba a unos milímetros atrás y de repente empezó a golpear la parte trasera del auto; Susana empezó a gritar de miedo y Adolfo, cada vez más nervioso, intentó perderlos metiéndose en unas calles que no sabía a donde conducían. Pero la camioneta no se detenía e iba todo el tiempo detrás de ellos. De repente se escucharon balazos y uno de ellos pegó en el espejo de la derecha, rompiéndolo en mil pedazos. Susana buscaba su celular en la bolsa, pero por los nervios no lo hallaba y cuando por fin lo encontró, se le cayó; en el momento exacto en que ella se agachaba a buscar su teléfono, una bala rompió el medallón del auto y pasó en donde ella hubiera estado. Adolfo se distrajo y apenas alcanzó a dar una vuelta, pero cuando se dio cuenta, estaba en una calle cerrada. Frenó bruscamente para no chocar contra una pared que le impedía seguir avanzando.


La camioneta se detuvo detrás con un chirrido de llantas; de inmediato los tipos de la camioneta se bajaron y en un momento estaban junto al auto; rápidamente bajaron a la pareja tomándolos de los cabellos; a Adolfo comenzaron a golpearlo y a patearlo; mientras a Susana la jalaban hacia la camioneta negra. Ella gritaba y suplicaba, pero nada pudo hacer. La metieron a empujones entre dos de ellos, uno le sostuvo la cara y le ordenó no cerrar los ojos para que viera lo que le hacían a Adolfo.


A Adolfo le gritaban mientras lo pateaban: "A ver, échanos tus luces, ¿no que mucha prisa pinche mamón? ¡Ya se chingaron tu y tu vieja, por mamones!" Adolfo pedía perdón y suplicaba compasión, pero los tipos no lo escucharon. Cuando dejaron de golpearlo, Adolfo sangraba por toda la cara y no podía moverse; los individuos lo subieron a rastras al BMW y arrancaron ambos autos llevándose a la pareja separada.


Los tipos sacaron de la cartera de Adolfo y de la bolsa de Susana todas las tarjetas de crédito y débito que encontraron y se detuvieron en el primer banco que encontraron; ahí bajaron con Adolfo y lo obligaron a sacar el máximo de efectivo en cada tarjeta. Luego se encaminaron a otro banco y repitieron la operación, esta vez con Susana, tratándolos salvajemente y con groserías, a él no lo bajaban de pendejo y puto y a ella de puta.


Luego el auto y la camioneta avanzaron a toda velocidad hasta llegar a una de las colonias más peligrosas de la ciudad, de esas en las que ni la policía se atreve a entrar.. Mientras iban en el camino, los dos tipos que custodiaban a Susana empezaron a comentar lo buena que se veía y que cuando llegaran a su destino la iban a gozar con ella. Uno de los tipos le empezó a acariciar las piernas, pues Susana llevaba un bonito vestido rojo entallado, con una abertura que dejaba ver sus hermosas piernas. Ella es pelirroja natural y su piel blanca llamaba mucho la atención de los secuestradores, así como su largo cabello y su cuerpo espectacular, con unas curvas bastante pronunciadas, sus tetas redondas y levantadas y sus piernas bien torneadas. La chica se defendió, pero uno de los tipos la sujetó de las manos, mientras el otro le rompía el vestido a la altura del pecho. Susana empezó a gritar: "¡Déjenme idiotas, o les va a pesar, nosotros tenemos muchas influencias y si nos hacen algo les va a ir muy mal!" El tipo que le sujetaba las manos se rió y le dijo que se callara y "aflojara" para que fuera más fácil, pues si no, le dolería más y de todos modos la iban a coger.


Le levantaron el brasier y el tipo comenzó a lamerle las tetas, ella seguía gritando y revolviéndose intentando que la soltaran, pero todos sus esfuerzos fueron en vano.


Mientras, en el BMW, los tipos habían amarrado a Adolfo y lo llevaban tirado en el piso, él les pedía a gritos perdón y les suplicaba que los dejaran ir, prometiéndoles que no los volvería a molestar jamás y que nadie sabría nada de lo ocurrido.


Uno de los tipos, el que parecía el líder le dijo a Adolfo: "Mira pendejo, ya se chingaron tu y tu vieja, y fue tu culpa, nosotros no les íbamos a hacer nada, le acabábamos de robar esta camioneta a otra pareja de pendejos riquillos como ustedes, cuando empezaste a chingar con la luces; nos hubiéramos aguantado, pero lo que si nos encabronó fue la mentada de madre y para nuestra buena suerte te alcanzamos en el semáforo y decidimos chingárnoslos, de paso conseguimos una lana porque además de ladrones somos secuestradores y vamos a aprovechar también para disfrutar de tu vieja que está re buena y tu vas a ver todo, cabrón".


Adolfo no podía creer lo que estaba escuchando y la desfachatez del tipo al contarle todos sus planes, iba a gritar, pero una patada en la cara le impidió hacerlo, además de romperle un labio y hacerlo sangrar, le dijeron que no hablara más o se morían él y Susana. Adolfo comprendió que en ese momento no podía hacer nada, cerró los ojos y lloró, mientras pensaba que podría hacer.


Momentos después los autos llegaron a una casa que se encontraba en una colonia perdida y oscura, en la cual viven puros delincuentes; ambos vehículos entraron y se cerró la puerta. Los tipos bajaron a Adolfo arrastrándolo y a Susana la obligaron a caminar, ella ya iba medio desnuda, con el vestido roto, sin zapatos y las tetas de fuera. Al ver a su esposa en ese estado, Adolfo se revolvió y gritó: "¡Malditos, los voy a matar desgraciados, los voy a matar!" Sus amenazas fueron calladas por una andanada de golpes y patadas, hasta que el líder les gritó que ya lo dejaran, porque quería que viera como su vieja gozaba con verdaderos machos.


Susana se agitaba tratando de soltarse y suplicaba que los dejaran ir; nadie la escuchó y los llevaron al interior.


El lugar era una casona vieja abandonada, había varios cuartos semivacíos, solo había unos cuantos muebles en cada habitación. En varias de ellas olía a orines y había trastes sucios en el piso.


De inmediato los tipos amordazaron y amarraron a Adolfo a una silla, él ya no tenía fuerzas para defenderse y de inmediato comenzaron a romperle los pedazos de ropa que le quedaban a Susana, por más que gritó y se agitó para defenderse, la superioridad numérica y la fuerza de los hombres se impuso y rápidamente quedó desnuda y a merced de los secuestradores, que ya se desnudaban también.


Los tipos estaban admirados del hermoso cuerpo de Susana, uno de ellos exclamó: "¡De veras es pelirroja!", haciendo referencia a que el rizado vello púbico de la chica también era del color de su cabello, aunque ella trataba de taparse su triángulo sexual y sus tetas con las manos, pero ya uno de los tipos le sostenía los brazos por detrás, de tal manera que su desnudez quedaba expuesta totalmente ante los demás, incluyendo Adolfo, que no se movía.


El que parecía el líder, un tipo alto, de complexión gruesa y fuerte, con corte de cabello militar, gritó: "¡acuéstenla!"; ella gritó: "¡No, no, no por favor, ya!", los dos tipos la obligaron a tirarse en el piso boca arriba, sosteniéndole los brazos y la hicieron abrir las piernas, así se las sostuvieron, de tal manera que el líder solo tuvo que hincarse entre las piernas de Susana y colocó su verga en la entrada de la vagina de la chica y sin más ni más, la penetró salvajemente, con fuerza, causándole un tremendo dolor que la hizo llorar y gritar: "¡AAAAAAYYYYY!". El tipo se regocijó con esto y empezó a meter y sacar con fuerza su verga mientras decía: "¡Esto es macho, puta, no la porquería que tienes en tu casa, ahora si vas a gozar mamacita, aprovecha!" Susana gritaba, sintiéndose humillada y Adolfo lloraba, mientras los demás tipos reían burlándose de ellos.


El Tipo se empino sobre Susana, aplastándola con su cuerpo; la obligó a besarlo en la boca, le metió la lengua hasta la garganta, haciendo que Susana casi se atragantara; ella sentía como si la violaran por la vgina y por la boca. Luego, el tipo bajó su boca para irla besando por el cuello mientras ella se quejaba por el dolor, pero fue peor cuando él llegó a su pecho, pues primero lo lamió, pero después empezó a mordisquearlo, lo que le causaba gran dolor a Susana. Ella gritaba: "¡ No por favor, ya no, detente que me duele, por favor; ya basta aaaaaaaaaaaaayyyyyy!".


Adolfo serró los ojos y bajó la cara unos segundos, pero uno de los secuestradores se acercó a él y lo obligó a levantarla y le dijo que abriera los ojos o se los sacaría con una navaja. Adolfo sintió pánico y obedeció; abrió los ojos y tuvo que sufrir con todo lo que le hicieron a su "Susy" como la llamaba él.


El líder siguió gozando con el cuerpo de Susana, mientras se la cogía, le mordía los pezones y le pellizcaba diversas partes del cuerpo, ella gritaba desesperada y él le dijo al oído: "me encanta que grites, es la mejor parte de esto". Susana intentó dejar de gritar, pero el dolor era tal, que le fue imposible.


El tipo se enderezó quedando hincado y seguía metiendo y sacando su verga de ella; mientras otro le sostenía las manos; entonces el líder le dijo a uno de sus cómplices: "¡Que te la mame!". Sin esperar, el tipo se subió en el pecho de Susana y tomándola de los cabellos quiso obligarla a chuparle la verga, pero ella se volteaba evitando abrir la boca, por lo que el tipo le dio dos bofetadas y la amenazó diciéndole que si no cooperaba, iban a matar a Adolfo a golpes y luego a ella. Susana entendió que no tenía otra opción que obedecer y abrió la boca para recibir la verga dura del tipo, que de inmediato la metió hasta el fondo de su boca y la hizo moverse como él quería, gozando con la felación forzada.


Susana sentía que se iba a ahogar con la tremenda verga del tipo, que le llegaba hasta la garganta; sus gemidos de dolor ya no se escuchaban, pero no porque dejara de gritar, sino porque la verga que la obligaban a mamar se lo impedía.


Cuando el líder terminó, soltó un gran gemido y dejó chorros de semen dentro de Susana; ella desesperada intentaba evitar que lo hiciera, pero no podía ni moverse, además tenía sentada sobre ella a un tipo que casi le cortaba la respiración y la obligaba a mamarle la verga. Solo sintió cuando otro tipo metió su verga en ella y empezó a bombearla también; Susana cerró los ojos y trató de evadirse, de pensar que era una pesadilla lo que ocurría; pero las voces de los tipos y el dolor que le hacían sentir no le permitía hacerlo.


Los individuos se regocijaban con el sufrimiento de la pareja; se burlaban de Adolfo diciéndole: "A ver, échanos tus luces, muy cabroncito, ¿no?, ahora nos vamos a coger a tu vieja hasta hartarnos, pa’ que se te quite lo mamón" y le daban golpes con la palma de la mano en la cabeza.


El tipo que obligaba a Susana a mamarle la verga, la sacó y le soltó chorros de semen en la cara mientras le decía que no cerrara la boca, por lo que gran parte del líquido le cayó adentro y tuvo que tragárselo y aguantarse el asco que le causaba.


El tipo se retiró y el que violaba a Susana por la vagina se inclinó sobre ella y le lamió los pechos durante un buen rato mientras seguía bombeándola; cuando él levantó la vista, el tipo que le sostenía las manos le hizo una seña con la cabeza, el primero entendió y se giró sobre sí mismo, llevándose a Susana con él; quedando debajo de ella; ayudado por el tipo que le sostenía las manos. Este último, rápidamente colocó los brazos de la chica en su espalda, tomó las cintas de sus tenis y le ató las manos; después, se colocó detrás de Susana y escupió en su ano. Ella, adivinando las intenciones del individuo, empezó a gritar: "¡Basta!, ¡NO, No por favor no lo hagas, no detente por favor, no, déjenme ya pinches nacos!". El tipo no hizo ningún caso, sonriendo puso su verga en el culo de Susana y empezó a meterla despacio, provocándole un gran dolor, por lo que Susana gritó con más fuerza y sentimiento: "¡ay no, por favor, ya no, deténganse, se los suplico por favor ay, déjenme ya, basta, por favor!".


El líder, que se había sentado desnudo en una silla ordenó que callaran a Susana, entonces, otro tipo se colocó frente a ella y aprovechando sus gritos, le metió la verga en la boca; ella siguió gritando, pero solo se escuchó algo así como "¡mmmmnnnngggg ffffffpppp, nnnnnmmmm!".


Ya eran tres los tipos que violaban a Susana; Adolfo no dejaba de llorar; casi no veía por la hinchazón de sus ojos y por las lágrimas, que le ardían al caer en su cara muy lastimada.


Susana tenía que soportar el dolor y la humillación de ser penetrada por tres lados, además de que los tipos se regocijaban pellizcándole y mordiéndole los senos y las nalgas, dándole nalgadas y jalándola del cabello para obligarla a mamar.


El tipo que estaba con Adolfo le dijo: "Ahora vamos a divertirnos tu y yo un rato, papacito". Adolfo lo escuchó con espanto; el tipo empezó a desatarlo de la silla y él trató de escaparse, pero el líder de los secuestradores lo detuvo y le dijo: "Hey, a donde vas papacito, aquí somos parejos, ¿Qué creíste que solo nos íbamos a coger a tu vieja?, no cabroncito, a ti también te vamos a hacer el favorcito". Adolfo estaba muy aterrado; aunque sufría por Susana, jamás creyó que sería violado por otros hombres.


Entonces comenzó la peor pesadilla de Adolfo; entre tres tipos lo llevaron a una mesa y ahí lo empinaron, el tipo que lo cuidaba se colocó detrás de él, que gritaba desgarrándose la garganta, pero sus gritos se ahogaban en la cinta que tapaba su boca; un enorme falo empezó a entrar en su culo y los gritos se hicieron más fuertes, pero nadie los escuchaba


Susana oía el ruido, pero no sabía que pasaba, ocupada con la violación de la que era objeto no podía ver nada.


El guey que le metió la verga a Adolfo se la clavó hasta el fondo; mientras le decía que todos le iban a romper el culo y que lo iban a convertir en puto. Adolfo comenzó a llorar de dolor, asco y humillación.


La escena era aberrante, tres tipos cogiéndose a Susana, uno por la panocha, otro por el culo y el otro por la boca y dos sosteniendo a Adolfo sobre la mesa con los brazos abiertos mientras el otro lo empalaba por el culo. El dolor de la pareja era insoportable y el arrepentimiento de Adolfo aún era mayor al recordar porqué estaban en esa situación.


Los tipos que violaban a Susana fueron terminando, uno a uno soltaron sus chorros de semen dentro de ella, obligándola a tragarlo o llenándole las entrañas de líquido. La dejaron en el suelo atada y desmadejada, sin fuerzas para moverse.


Los tipos se aproximaron a donde su compinche violaba a Adolfo para burlarse de él, le dijeron que se lo iban a coger hasta cansarse, que después de eso le iba a gustar y se convertiría en puto y que su vieja era más hombre que él, que no chillaba como niña. Adolfo estaba como ausente, lloraba por inercia, pero ya no se defendía, sentía que todo estaba perdido.


El tipo se cogió a Adolfo por más de 15 minutos y al terminar, sacó su verga y le arrojó todo el semen en la espalda, humillándolo aún más.


Los tipos estaban cansados y decidieron descansar para retomar fuerzas y para empezar a negociar el rescate de la pareja.


Los llevaron a habitaciones separadas; a Adolfo le colocaron un grillete en el pie, con una cadena que iba a la pared; le soltaron las manos y lo desamordazaron, amenazándolo de que si gritaba lo matarían a golpes. Él se tiró al frío piso, derrotado y humillado. A Susana la llevaron a rastras, le pusieron un grillete en el cuello que se unía a una cadena que a su vez llegaba a otros grilletes que le ataban las manos jutas al frente, otra cadena los unía con grilletes a los tobillos que se unían con una cadena corta que le impedía caminar rápido. Luego la aventaron a un colchón sucio y maloliente que había en el piso. Ella se hizo ovillo llorando su desgracia.


Y esto apenas era el principio…

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